Aunque no quieras… tendrás que jugar!
Victor Hugo Juarez
guatemalanoticias@gmail.com
Las vacaciones comienzan con Ann, George y su hijo Georgie de camino a su casa de verano. Los vecinos, Fred y Eva, ya están allí. Se citan para jugar al golf la mañana siguiente. Es un día perfecto. Ann empieza a preparar la cena, mientras su marido y su hijo están ocupados con el barco de vela recién remodelado.
De repente, Ann se encuentra cara a cara con Peter, un joven educado e invitado de sus vecinos, que ha venido a pedir unos huevos porque a Eva se le han acabado. Ann está a punto de darle a Peter los huevos, pero tiene dudas. ¿Cómo ha entrado en su propiedad? Peter explica que hay un agujero en la valla, se lo enseñó Fred. Desde el principio las cosas parecen extrañas. Pronto estalla la violencia… y el juego inicia!!
COMO LA VIDA MISMA
El gran Michael Haneke, vuelve a ponerse tras las cámaras para golpear a los espectadores con una puesta al día de uno de sus más grandes aportes al cine moderno, la descomunal, mecánica y tremendamente actual “Funny Games”.
Quienes se sienten a contemplar este infierno cotidiano por vez primera hallarán una fábula que no es tal sobre la banalización de la violencia en el mundo en que vivimos. La incomodidad empapa cada segundo de un metraje maquiavélicamente convincente, en el que el elenco central ─y único, a decir verdad─ coloca a la platea en la desagradable tesitura de aceptar lo que está contemplando como algo peligrosamente cercano; cada vez que Paul interpela directamente al patio de butacas, nos señala como sádicos partícipes del devenir de los acontecimientos, perversos observadores incapaces de modificar el rumbo de una trama que, ya desde el primer instante, apunta claramente cuáles van a ser las pautas a seguir por cada participante de la tragedia.
Nunca la imprevisibilidad de una narración fue tan gélida y desesperanzada. En este mundo de opuestos y contrastes ─sociales, verbales, musicales─ Haneke se mueve como pez en el agua, enarbolando una aterradora y sobria parquedad a la hora de disponer su cámara, siempre al servicio de provocar un espontáneo pasmo a través de planos cortos y cerrados o silenciosos, angustiosos e inagotables planos secuencia.
El resultado, tan visualmente perfecto ─demasiado, tal vez─ como criticable en la materialización de sus propósitos, significa la puesta de largo de uno de los más notorios cineastas en el paraíso del dólar, un desembarco parcial, en el que, con notable valentía por su parte, no ha permitido que se pervierta la esencia de su labor y en el que la validez de su propuesta sigue viva una década después gracias en parte a un reparto entregado ─inmensa Naomi Watts, también productora ejecutiva─, respetuoso con sus antecesores y que ha sabido materializar algo realmente complicado en el Hollywood actual: no ceder, simple y llanamente.
NAOMI WATSS MARCA LA DIFERENCIA
La historia del cruel juego al que someten dos jóvenes rubios y de intachable aspecto a una modélica, burguesa, culta y triunfadora familia, añade un ingrediente nuevo de probada y agudísima eficacia: una Naomi Watts que, con Oscar® o sin él, debería ser merededora, ya sin discusión, del título de mejor actriz de su generación. Viéndola, uno comprende a la perfección por qué Haneke entendió que sólo con ella en el papel de Ann podía tener sentido la película.
Su capacidad de expresar sufrimiento, de soportar primeros planos en los que literalmente se le desgarra el alma, la elevan con todo merecimiento a una altura fuera del ancance de la mayoría de las actrices del momento. Una capacidad que Haneke sabe aprovechar con inteligencia, hasta el punto de que, con sus propias características, una línea emparenta las degradaciones que sufren la Isabelle Huppert de “La pianista” y la Naomi Watts de “Funny games”.
Y es la contemplación de su destrucción la que, como un espejo, da coherencia a la terrible historia que, sin embargo, Haneke nos relata con sádica asepsia de entomólogo. A través de ella cobra sentido el horror de su hijo (estupendamente interpretado por Devon Gearhart), la impotencia del supuesto cabeza de familia (Tim Roth) y, sobre todo, la crueldad sardónica y vitriólica de dos asesinos que, de puro arquetipo, pulverizan todo lugar común: un Michael Pitt que da rienda suelta al lado oscuro que siempre sospechamos que se escondía tras sus inmensos ojos azules, y un débil Brady Corbet que se revelan, por sí mismos, más capaces de conseguir lo que los inolvidables protagonistas de “La soga” apenas alcanzaban a rozar. Y es en ello donde descansa el principal mérito de esta desasosegante, molesta, dura y violentísima película… en la que la mayor parte de las barbaridades ocurren fuera de campo.
Será porque ese viejo zorro que es Michael Haneke ha vuelto a encontrar, una vez más, los mecanismos que nos mueven… mejor dicho, que nos remueven por dentro.
Preguntas a MICHAEL HANEKE (Director)
Esta es una historia de la invasión de un hogar, pero la gente que invade no quiere robarles sino atemorizar a sus victimas. Por un lado, Ud. demuestra que tenemos hambre de ver violencia. Por otro lado, la película aprovecha los temores que tenemos de convertirnos en victimas. ¿Estaba intentando demostrar ambas ideas o se inclinaba hacia una de ellas?
Como principio, no me analizo a mí mismo, quiero que el espectador interprete mi película. Como espectador, puedes sacar la lectura que quieras de ella. Hay muchas complejidades en esta película, no se trata solo del consumo de violencia, aquello es solo un aspecto de la película. Espero que las otras complejidades sean claras para el espectador cuando la vea. No quiero dar un manual de instrucciones de cómo hay que ver esta película, todo el mundo puede interpretarla como quiera, la película termina con el espectador, no termina con mi opinión.
El tema de la película es muy provocativo. ¿Por qué es éste un asunto tan importante, sobre todo dentro del paisaje cultural actual?
Todo el que infringe la corriente principal de pensar, y no me refiero sólo al cine, generalmente es provocativo. Cualquiera que sea la antítesis a la norma y a la forma convencional, se le llama obscena y provocativa. Así que si lo interpretas así, espero que todas mis películas sean obscenas y provocativas. Pero hay que tener en cuenta que lo obsceno es lo contrario de lo pornográfico. Mis películas no deberían ser pornográficas, pero pueden ser obscenas y provocativas.
¿Cómo fue el proceso del casting? Con unos papeles tan comprometidos, ¿qué buscaba en los actores?
Una de las condiciones para que hiciera la película era que Naomi Watts interpretara a Ann porque pensaba que ella sería ideal para este papel como una actriz de habla inglesa. En cuanto a los otros actores, los buscaba según los criterios que siempre me guían cuando busco actores: la calidad del actor. No me interesa un tipo en concreto, me interesa un actor o una actriz que encaja en el papel, que trabaja en ese papel, y en este caso en concreto necesitaba actores que pudieran interpretar unos papeles muy comprometidos.
¿Qué películas en la filmografía de Naomi Watts le convencieron para elegirla?
La vi en 21 GRAMOS y MULHOLLAND DRIVE y me pareció una actriz increíblemente buena. Sencillamente quería trabajar con ella porque creo que es una actriz excelente.
Cuando trabaja con los actores ¿cómo consigue aquellas expresiones terroríficas y aquellas interpretaciones tan magníficas? ¿Cómo les ha ayudado a conseguir un nivel de intensidad y de emoción tan consistente a lo largo de la película?
Es imprescindible contar con actores de primera clase y hay que evitar errores. Por ejemplo, Fred Zinneman, un paisano mío que trabajó mucho en Hollywood—hizo películas como SOLO ANTE EL PELIGRO y THE NUN’S STORY—, dijo una vez cuando le preguntaron básicamente la misma pregunta, o sea acerca de cómo conseguía tan buenas interpretaciones de sus actores, y él dijo que es bastante fácil. Necesitas: a) un buen reparto, y b) hay que evitar errores.
Puede sonar banal, pero es verdad, y hacer un buen casting no sólo quiere decir conseguir buenos actores, sino que los buenos actores encajen con sus papeles. Y cuando se habla de evitar errores, quiere decir que si ellos se desvían en algún momento del guión o de la visión del director, tienes que saber cómo hacerles volver y esto, por supuesto, es muy complejo y muy difícil. No existe ninguna receta para esto, pero básicamente se puede resumir con esos dos puntos.
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